lunes, 20 de junio de 2011

Análisis/Critica de El libro de Esther

-“Confieso que toda la energía de mi existencia reposa en ese pasado: Esther, el liceo, los libros que compartimos, esas tardes…”
Esa es una de las frases de “El libro de Esther” que por sí solas pueden crear cierta noción de “por donde va el cuento”. Esta historia de amor, soledad, incertidumbres y desesperaciones que está envuelta en el viaje, en sentido figurativo a los recuerdos del pasado y en sentido literal a las islas Canarias, de un periodista llamado Eleazar que sufre una crisis existencial (¿se podría hablar de una crisis de los 40 a los 30 años?) por la desestabilización de su vida causada, o mejor dicho, que causa el divorcio de su esposa Marilyn.
Creo que la crisis de mediana edad y la adolescencia tienen algo en común: las personas se cansan de las convenciones de la sociedad y deciden rebelarse, actuar como si nada les importase. En muchos casos intentan dar un cambio de aires a su vida: tomar riesgos, lanzarse al vacío para sentirse vivos de nuevo. Este es el caso de Eleazar, que decide embarcarse en una aventura sin planes a buscar sin pistas a su amor platónico de la adolescencia: Esther. Una joven de piernas esbeltas y con hambre de lectura que domino sus sueños tanto despierto como dormido en su adolescencia. Por eso decide, trece años después, eliminar de su cabeza la realidad de que el tiempo y el momento pasaron para establecer una “búsqueda implacable” para rescatar una de las pocas cosas que le quedan en la vida, ya que hasta su inspiración para trabajar se esfumó.
Ya que hablamos de rebeldía en el párrafo anterior, voy a tomar esa postura porque… encajo el perfil: tengo 17 años, el apogeo por excelencia de la adolescencia en cuanto a salir con “patadas” sin razón a las otras personas, cuando los cambios emocionales se turnan como el sol y la luna (en un sistema solar con planetas de tamaño de un mapamundi, ya que son bastante repentinos los cambios de humor). Pensándolo bien, si estoy en un “momento rebelde” no debo dar explicaciones de por qué hago un paréntesis que, muy probablemente no encaje en hilo del texto. Admito que a veces actuó como si nada me importase y aplasto a los demás (luego lo pienso y me arrepiento), y me tome lo de saltar al vacío demasiado en serio, llevando el sentido de la palabra a lo literal (salte de un avión con un paracaídas). Como diría el protagonista de la novela en discusión, seguí mi corazón.
Eso es lo que él hizo al inexplicablemente dar una serie de cambios radicales en su vida, capaz para bien o para mal. Opino que para bien aunque en el fondo haya quedado en el limbo, ya que escucho a su corazón y se empezó a sentir vivo de nuevo. Empezó a sentir ese fuego por dentro que genera la sensación de que comienza una efímera muerte que se apodera de ti, por lo que decides tomar acción y vivir como si cada bocanada de aire fuese la última. Divorciarse, renunciar a su trabajo (de manera elegante al publicar rumores de secuestro de Vargas Llosa, firmándolos con el nombre de su desagradable jefe), y huír con un ticket sólo de ida a Tenerife a buscar a la mujer que nunca tuvo. Por culpa de una Pepsi Cola  que cambió su destino al derramarse en el vestido de Marylin cuando estaba por primera vez determinado a declararle su eufórico amor a Esther en la fiesta de graduación de bachillerato. Trece años bastaron para darse cuenta de que su vida no iba en el camino apropiado.
Capaz fue motivado por el maestro de la música Sabina con su frase “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió" (o una frase similar, ya que esta jamas es mencionada en el trabajo literario). Por supuesto no consultó con su mejor amigo, Enrique, que antes de esa acción espontanea ejercía el roll de consciencia y cofre de secretos. En más de una ocasión lo detuvo de ir a intentar “recuperar” (aunque nunca fue suya en la adolescencia, ya que ella moría por la compañía del robusto Robayna) a Esther de los brazos de su saludable esposo levantador de pesas/corredor de 10km Carlos Jesús, quien fue su compañero de liceo. Pero al envidiado esposo no le duró mucho la suerte al morir de un infarto (que Elías atribuye su causa a falta de cigarrillos y alcohol y sobredosis de jugos de naranja y vitaminas). Esta fue una de las razones que inspiro a la morena de ascendencia española a mudarse a la tierra de sus padres para alejarse de los problemas.
La historia está conformada por tres relatos desarrollados paralelamente en Caracas, la ciudad natal de los personajes principales y el paradisiaco archipiélago de las Canarias. Recuerdos de la adolescencia, la vida con Marylin y el aventurero viaje van poco a poco entrelazándose hasta encontrarse y resolverse en el final.
La considero una novela intermitente: por momentos te engancha como un anzuelo de pesca mortal del mar del norte, mientras que en otros te libera y hasta te ahuyenta como un lobo furioso evitando que te acerques a sus páginas. No me gustó mucho el final, creo que el autor (que por mi presunta “rebeldía” nunca mencioné su nombre: Juan Carlos Méndez Guédez”. Pienso que el autor fue diagnosticado con una única hora restante de vida al momento de escribir el final, ya que su apuro por cerrar la novela me hace sospechar que era perseguido por la muerte y  no quería dejar un trabajo sin terminar para poder publicarlo.
A pesar de la ruda critica  del párrafo anterior, la novela sí me agrado. Capaz en unos años no recuerde su argumento ni lo que el autor quiso transmitir, pero jamás olvidare que la bebida preferida de Esther es la Pepsi Cola, y que Eleazar hace una “prueba de los siete segundos” con cada bebida alcohólica que ingiere para evaluar cuán “letal” y dañina es.

domingo, 12 de junio de 2011

Tengo miedo a…

La primera vez que me preguntaron sobre cuáles son miedos, divagué durante algunos segundos buscando en mi cabeza un respuesta rápida. Puedo decir que  no fue tan fácil… No es un asunto de egocentrismo machista de la vieja escuela. Se creía que los hombres eran fuertes al carecer de miedo. Idea totalmente equivocada ya que es como intentar interrumpir el girar de la tierra, es simplemente imposible. Los sentimientos y los miedos están siempre presentes, se trata de aprender a comprenderlos, aceptarlos y manejarlos.
Sin sentimientos no hay pasión. Sin pasión es imposible encontrarle sentido a la vida (¿lo tiene?), ergo hay que entregarse a nuestros sentimientos. Escuchar nuestro corazón capaz no nos hace tomar las decisiones más inteligentes, pero sí  las que nos hacen más felices. Lo racional no siempre nos satisface, eso nos diferencia a los humanos del resto de la naturaleza: vamos más allá. Y sí, me considero irracionalista. Como dijo el gran Einstein, “No todo lo que puede ser contado cuenta, y todo lo que cuenta no puede ser contado”.
Volviendo al tema del miedo, tampoco es que soy un psicópata incapaz de sentir miedo. Definitivamente ese no es el caso. Mis miedos no son banalidades como temerles a los perros. Van más allá. Creo que se resumen en que ya de viejo me pregunte ¿Qué hice en mi vida? ¿Realmente cumplí mis sueños? ¿Dejé una huella positiva en alguien? ¿Cómo me recuerdan? ¿Aproveché la vida? ¿Fui verdaderamente feliz? El no tener respuesta o no tener las respuestas que espero tener me asusta.
Dedicar mi vida a algo que realmente no me gusta, que no me llena, que no me inspira no es atractivo en lo absoluto. Como dice el grupo caraqueño Telegrama, “Puede que no sepa lo que quiero, pero sé lo que no quiero ser”.  En esa canción ellos hacen referencia a un término que me llama bastante la atención en cómo lo definen. Definen como “Prisionero” a la persona que vive trabajando en lo que no le satisface, arriesgando su felicidad por el beneficio económico que dicho trabajo le traiga.
Me preocupa realmente no ser capaz de cumplir mis metas, mis sueños y expectativas. No ser capaz de alcanzar el éxito. No me refiero al éxito como la prosperidad económica, sino a  que cada día te levantes y estés satisfecho con lo que haces, que es una reflexión de lo que eres, ¿o viceversa? Defino éxito como ser feliz con las elecciones que tomaste, que te llevaron a donde estás.  Es alcanzar la satisfacción personal, que es algo que tampoco es completamente alcanzable. Nunca existe un “tope” máximo que se puede alcanzar en ese aspecto, es algo muy subjetivo. Consiste en un trabajo constante y que nunca acaba por la búsqueda de la felicidad, que consiste en la satisfacción personal (que a su vez, engloba al éxito).
Hay que tener en cuenta que la realidad de nuestro país es cada vez más complicada, lo que dificulta la realización de nuestros sueños, pero no los imposibilita. Las puertas se van cerrando día a día, pero debemos luchar por nuestro país, nadie no los debe arrebatar. Y si, hago énfasis en la palabra nuestro, porque así lo es.
Personalmente quiero realizar mis objetivos, mis sueños, mi vida en mi país. Si no tienes con quién compartir un logro, es la mitad de satisfactorio conseguirlo. Y yo quiero compartir los logros que están por venir con mi gente. Mi gente significa todos y cada uno de los 28 millones de habitantes que tiene Venezuela. No es que no estoy abierto a la posibilidad de otros países y culturas diferentes, si no que este es mi escenario, por lo tanto aquí quiero actuar.
Es muy triste que un sentimiento en común entre gran parte de los venezolanos es la incertidumbre de desconocer qué pasará. Obviamente es imposible predecir el futuro, estés donde estés. A lo que me refiero es que en países del primer mundo planifican y pronostican lo que pasará en los próximos cinco años. Definitivamente, ese no es el caso con el que nosotros tratamos, o los pronósticos no son nada positivos. Tenemos dos opciones: quedarnos estáticos como si fuésemos a ver una película en el cine, o ser los actores de dicha película, intentando cambiar las cosas para mejor. Eso se ve reflejado en el dicho “Si la vida te da limones, aprende a hacer limonada”, pero recuerda, al menos de que no tengas hielo y azúcar, tu limonada va a apestar. Si eres más creativo puedes agregar cachaca  a la mezcla y obtienes caipirinha, opción un poco más tentadora para ciertos paladares.
Dejando un poco el tema del país y volviendo a los miedos, hay que recordar que mientras reflexionas sobre la vida, ésta pasa frente a tus ojos sin que te des cuenta. Como dice el líder de los Beatles “La vida es lo que pasa mientras estamos ocupados haciendo otros planes”. Otra frase relacionada a la felicidad, del maestro del cine Woody Allen es “La única manera de ser feliz es obviar todo lo malo”. No comparto en un 100% su punto de vista, debido a que dicho personaje se considera a sí mismo como un pesimista, pero en parte tiene razón. Mientras tu capacidad de comprensión y reflexión de lo que está pasando sea mayor, es más probable que te des cuenta de todo el mal que existe, hecho que obstaculiza tu camino en la búsqueda de la felicidad.
Uno debe preocuparse por vivir, experimentar cada momento, intentar hacer cada momento mágico. Como dijo Horacio hace un largo tiempo, Carpe Diem: Aprovecha el día, no dejes que pase sin que hayas experimentado o aprendido algo nuevo. Opino que hay que vivir cada día como si fuese el último. Esto no significa entregarse por completo a las tentaciones, autodestruyéndote, olvidando el futuro. Pero hay que recordar que lo único que realmente tenemos en la vida es el presente.
Volviendo al tema del miedo, es imposible no sentir miedo. Valiente no es aquel que carece de miedo, sino aquel que actúa a pesar de él. Valiente no es aquel que no siente, si no aquel que llora con la cara descubierta.

miércoles, 1 de junio de 2011

El rompecabezas de Juul

Juul es un cuento basado en una historia real ocurrida hace unos años en Alemania. Trata de un niño pelirrojo llamado Juul. Por tener los cabellos de dicho color, los niños se burlaban, por lo que decidió raparse la cabeza. Luego, reían por la forma de su cabeza sin un pelo, entonces se puso una gorra. Al utilizar gorra, sus orejas resaltaban. Su solución fue mutilarse las orejas. Como es de esperar, eso no detuvo a sus compañeros a la hora de mofarle. Por lo que decidió desencadenar una serie de mutilaciones a su cuerpo (ojos, lengua y piernas) que actuaban como una bola de nieve en su autodestrucción. Al final, la cabeza de Juul ni si quiera servía para jugar fútbol, ya que no rebotaba lo suficiente.
                
 Obviamente en la realidad la cabeza de niño no fue utilizada en un recreo como pelota, pero el niño si llevo a cabo ciertas mutilaciones auto infligidas debido  a la presión grupal ejercida por sus compañeros. Esta historia es un retrato sobre cómo pueden influir en ti las personas y las repercusiones del bulling. Este es un grave problema que está dando sus frutos en la última década. Asesinatos múltiples como la masacre del Virginia Tech hace un par de años, es lo único que se puede obtener del bulling. Pero no yendo al extremo, este fenómeno genera miedos en niños e inseguridades que luego se manifiestan en el resto de la vida de la persona, quedando marcada permanentemente. En algunos casos, hay niños que al ser abusados por otros, toman este patrón de conducta abusiva, generando un ciclo que no tiene fin.
                
 El bulling no se reduce sólo a lo físico, también al maltrato verbal. Es fenómeno grave que hay que atacar. Afortunadamente, ya hay múltiples colegios a nivel mundial que han internalizado que es un problema igual o más grave que las malas calificaciones, tomando medidas serias en el asunto. No te quedes sentado viendo como niños, adolescentes y adultos de todas partes del mundo son abusados verbal o físicamente todos los días. ¡Esto debe detenerse!