Noche,
oscuridad, soledad, tranquilidad y silencio, maldito silencio. Momento perfecto
para torturarme y pensar en ti. En lo imposible, en lo sin sentido, en lo no
viable, en síntesis: tu. Tus labios agridulces que no he probado reflejan mi
locura hacia ti: amor y odio, atracción y repulsión. Obsesión por épocas,
olvido por otras. Dulce y glorioso olvido, te suplico que llegues para
quedarte.
Por más que me
aleje, por más que intente escapar tu perfume me atrapa. Confieso oler tu
cabello profundamente al saludarte con un abrazo. Tu aroma me recuerda
inmediatamente lo que siento por ti. Me paralizo y todo mi odio desaparece, al
menos por unos segundos. El problema es que siempre vuelvo a recaer en la
desesperanza de algún día conquistar tus labios. Prueba infalible de que lo
prohibido es lo más deseado: tu.
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